El arte callejero es un fenómeno que ha estado presente en nuestras ciudades desde hace décadas. Sin embargo, en los últimos años ha adquirido una mayor presencia y reconocimiento por parte de la sociedad, tanto en el ámbito artístico como en el social. En esta oportunidad, hablaremos sobre el arte callejero y su presencia en nuestra comunidad.
El arte callejero tiene sus orígenes en la prehistoria, cuando nuestros ancestros pintaban en las paredes de las cuevas para representar sus vivencias y su estilo de vida. Con el paso del tiempo el arte callejero ha evolucionado y se ha adaptado a diferentes épocas y culturas, adoptando distintas formas y estilos.
En la década de los 60 y 70, el movimiento del arte urbano tomó fuerza en las calles de Nueva York, con la llegada de artistas como Keith Haring y Jean-Michel Basquiat. Con su estilo fresco, colorido y callejero, estos artistas abrieron camino a una nueva forma de arte que se basaba en la experimentación y la libertad creativa.
En Euskadi, el arte callejero ha tenido una presencia importante desde hace varias décadas. En los años 80, por ejemplo, el grafiti era una forma de expresión habitual en las paredes de Bilbao y otras ciudades de la comunidad autónoma. Con el paso del tiempo, el arte urbano se ha ido diversificando y hoy en día podemos encontrar propuestas artísticas muy diversas y de gran calidad.
Entre los artistas más reconocidos de Euskadi se encuentra el grafitero Rosh333, que ha dejado su huella en las calles de Bilbao y otras ciudades con su estilo colorido y vibrante. Otro artista de gran renombre es el barcelonés Aryz, que ha pintado murales en ciudades como Vitoria, Bilbao y San Sebastián.
El arte callejero ha sido objeto de controversia en muchas ocasiones. Por un lado, hay quienes lo consideran una forma de vandalismo y una amenaza para la estética de la ciudad. Por otro, hay quienes lo ven como una forma legítima de expresión y como una oportunidad para acercar el arte a la calle y a la gente.
En Euskadi, la polémica se ha centrado en el caso de Oier Gomez, el artista conocido como OMEO. Gomez fue arrestado en 2019 tras pintar murales en la ciudad de San Sebastián sin permiso. Se le acusó de dañar el patrimonio histórico y artístico de la ciudad y de incumplir las normativas del ayuntamiento. El caso generó un gran debate en la sociedad vasca sobre el papel del arte callejero en la ciudad y la importancia de fomentar la creatividad y la expresión artística en la calle.
El arte callejero también puede tener un papel importante como herramienta social. Muchos artistas utilizan sus creaciones para denunciar injusticias, reflejar la realidad social o concienciar sobre problemas como la contaminación o la violencia de género.
Un ejemplo de esto es el proyecto "muros de apoyo" que se llevó a cabo en Ciudad Real en 2019. La iniciativa consistió en que un grupo de mujeres refugiadas de diferentes países pintaran murales en muros de la ciudad para concienciar sobre la problemática de la violencia machista.
El arte callejero ha evolucionado mucho desde sus orígenes en la prehistoria hasta convertirse en una forma de expresión representativa y legítima en la sociedad. Aunque todavía existen controversias y debates sobre su papel en la ciudad, cada vez son más las personas que reconocen su valor como herramienta cultural, social y artística.